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Y tú, ¿eres feliz?

Foto del escritor: Mario González SánchezMario González Sánchez

La felicidad es una de las aspiraciones más universales del ser humano. Nos cuestionamos constantemente: ¿Soy feliz? Y muchas veces también preguntamos a aquellos que están cerca de nosotros: ¿Eres feliz? Es curioso cómo esta interrogante no parece tener una respuesta fija, porque la felicidad es un concepto profundamente personal y subjetivo. Cada uno de nosotros tiene una forma única de experimentarla.

En términos generales, se podría definir la felicidad como un estado de bienestar, de satisfacción plena que resulta difícil de alcanzar de manera constante y aún más difícil de medir de forma objetiva. Sin embargo, muchos coinciden en que existen ciertos elementos que influyen en este estado: las relaciones humanas y los bienes materiales. Aunque la frase «el dinero no da la felicidad, pero ayuda» es cierta hasta cierto punto, es importante reconocer que el dinero por sí solo no garantiza el bienestar. Las relaciones interpersonales juegan un papel mucho más importante en nuestra felicidad. El afecto, la confianza, la fidelidad y el apoyo emocional que encontramos en las conexiones humanas son determinantes para nuestro bienestar. La verdadera riqueza reside en esas relaciones significativas que nos permiten sentirnos aceptados, amados y apoyados.

 

La Paz Interior: El Pilar de la Felicidad.

Pero la felicidad no solo depende de lo que recibimos de los demás. También está profundamente vinculada a cómo nos sentimos con nosotros mismos. La paz interior es uno de los pilares fundamentales para alcanzar esa estabilidad emocional tan ansiada. Pero no es una paz que surja de ganar batallas externas, sino de saber cuándo es necesario abandonar la lucha, soltar amarras y seguir adelante. Debes aprender que no todas las batallas se pueden ganar. A menudo, las luchas en las que nos embarcamos no son las que realmente nos llevan a lograr esa paz. La verdadera sabiduría radica en saber cuándo es el momento de abandonar una batalla que solo nos traerá sufrimiento, para dar paso a nuevas oportunidades de crecimiento personal.

Este proceso incluye aprender a soltar a las personas que, por alguna razón, ya no forman parte de nuestro viaje. Las relaciones no siempre son permanentes, y muchas veces, hay personas que llegan a nuestra vida con un propósito determinado: para curar heridas o ayudarnos a crecer. Aceptar que después deben alejarse forma parte del proceso de crecimiento. Entender que la vida está llena de estaciones, nos permite estar preparados para recibir a aquellos que se subirán a nuestro tren para acompañarnos hasta el final del viaje.

 

El Amor Propio y el Respeto: Claves para Ser Feliz

No podemos hablar de felicidad sin mencionar el amor propio. Aprender a querernos y respetarnos es esencial para ser felices. Si no somos capaces de ofrecer ese amor y respeto a nosotros mismos, será muy difícil cultivarlos en las demás personas. Para encontrar la paz y la felicidad en nuestras relaciones, debemos ser capaces de construir un espacio de aceptación y respeto hacia nuestra propia persona. Además, como nos recuerda la canción Potra Salvaje de Isabel Aaiún, el perdón y la superación del rencor son ingredientes esenciales en el camino hacia la felicidad. La vida no se trata de acumular odios o rencores; más bien, se trata de avanzar, aprender de los errores y de las heridas, y de construir un futuro con esperanza. «No quiero hierro ni sed de venganza. Quien odia muere y quien perdona avanza. Yo solo quiero curar cicatrices y ser como soy».

 

La Felicidad es un Viaje, no un Destino Final.

La felicidad no es algo que se pueda alcanzar de forma permanente o definitiva. Es un viaje continuo, un proceso de autodescubrimiento, aceptación y crecimiento. No se trata de un estado permanente, sino de un proceso en el que aprendemos a disfrutar de los momentos que nos brindan bienestar, a valorar las relaciones que nos nutren y a liberarnos de las cargas emocionales que nos impiden avanzar. Si logramos encontrar ese equilibrio, podremos disfrutar del viaje de la vida, con todos sus altibajos, con una sonrisa en el rostro, y quizá, con la sensación de que hemos alcanzado lo que tanto hemos buscado: la felicidad.

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